El nuevo tropicalismo
El brasileño Marcio Kogan (São Paulo, 1954) no necesita mucho. Con los mínimos elementos es capaz de alcanzar la máxima elegancia arquitectónica. Lo ha vuelto a poner de manifiesto con su último proyecto, que no en vano se llama Casa Redux. En lo fundamental consiste en dos planos de hormigón y una fachada acristalada. La fuente de inspiración es obvia: la casa Fansworth, de Mies van der Rohe, que no tiene reparos en reconocer. Él aporta su distintivo toque tropicalista, que contribuye a que la modernidad incorpore confort y bienestar, para que no se limite el edificio a ser un frío concepto racionalista.
Esta forma de diseñar le convierte, junto a Isay Weinfeld, en el abanderado de la nueva arquitectura brasileña, que es la puesta al día de la obra desarrollada por ases de este oficio como Oscar Niemeyer, Lina Bo Bardi o Lúcio Costa. Un camino en el que no ha cejado desde niño, cuando miraba a su padre, arquitecto como él, inclinado sobre la mesa de dibujo trabajando día y noche. “A los cinco años ya sabía a qué me iba a dedicar”. También asegura que le gusta todo de su profesión, incluida la relación con el cliente. “Soy una puta. Me dedico a darles placer y me encanta”, bromea el fundador del estudio MK27, con sede en São Paulo.
La forma en que le han dado el gusto al propietario de la Casa Redux es partiendo de su habitual fórmula de éxito: un volumen sencillo se conjunta con un diseño de interiores tan colorido como refinado, aspecto de la obra de la que también suelen hacerse responsables. El hormigón más basto convive en un delicado equilibrio con la calidez de las maderas nobles y una cuidada selección de mobiliario, generalmente de procedencia brasileña. Además, siempre se suma algún discreto efecto teatral a través del juego de luces y sombras; el elemento dramático que da una dimensión humana al proyecto.
Levantada en la exclusiva urbanización Quinta da Baroneza, a una hora en coche de la ciudad natal de Kogan, la vivienda se asienta en un terreno en suave pendiente con las vistas orientadas a una reserva natural, al oeste. “Tratamos de construirla lo más alta posible para que aprovechara al máximo la mirada sobre la vegetación y la puesta de sol”, explica el arquitecto, quien partió de un esquema básico: diseñar una casa de vacaciones, con el menor número de elementos posibles, que sirviera para desconectar del frenesí paulista mediante el contacto con la naturaleza. Desde fuera da la impresión de ser un volumen compacto, sin fisuras, si bien tiene la argucia formal de prolongarse en un brazo que termina asomándose sobre el terreno. Encima, queda la sugerente piscina.
El suelo se eleva 50 cm por encima de la parcela, produciendo la sensación de que este flota. Entre el sándwich de hormigón se distribuyen cuatro cajas. El primer bloque contiene la zona “íntima” (4 dormitorios y una sauna). La segunda se reserva para la suite principal. En la tercera se encierra el área de servicios (cocina, lavadero, sala de estar y baños). Y en el último se encuentra el garaje y los suministros. Esta distribución crea corredores de circulación, proporciona ritmo a la casa y libera espacio para las terrazas y el gran salón, que envuelto en paneles de vidrio corredizos establece una conexión directa entre interior y exterior. “Su estructura es bastante sofisticada a fin de que los planos de hormigón den la sensación de ligereza. También influyó en el resultado final que en las últimas etapas del proyecto sufriéramos un importante recorte en el presupuesto. Pero es algo normal en la vida de un arquitecto y también les pasa a los mismos propietarios. Sobrevivimos”, apunta.
La luz es un material de construcción más. Los dos volúmenes que comprenden los dormitorios están vestidos con listones de madera que también se abren casi en su totalidad. “Durante el día filtran la luz solar creando una textura de luces y sombras. Por la noche, se transforman en grandes farolas que iluminan el terreno. Los espacios interiores siempre se relacionan con el paisaje trayéndolo dentro del edificio”, resume Kogan.
En la película de ficción que filmó su hijo para presentar Casa Redux –disponible para todos los públicos en el canal de vídeo Vimeo–, una voz ‘en off’ culpa a la vivienda de romper su matrimonio debido a las preferencias estilísticas de su esposa, amante de la modernidad y a quien se ve disfrutando de su soledad entre la piscina y el salón. Un original recurso que sirve para detallar sus principales características. “¿Quién podría querer este edificio?”, se pregunta el narrador en la cinta en blanco y negro. “Es fría, sin vida. ¿Quién podría ser feliz en ese espacio tan abierto y sin encanto?”. Dice preferir un estilo más neoclásico, desde el rencor, obviamente: “Susana nunca sintió la misma pasión por mí que la que tiene ahora por las líneas rectas”. Modeladas por Kogan, adquieren otra dimensión y hacen hogares por los que tantos sueñan hoy. Este éxito le está llevando a prodigarse cada vez más fuera de su país. En Somosaguas (Madrid) ha creado junto a la promotora Caledonian una urbanización que se encuentra actualmente en proceso de venta.
*Este reportaje se publicó el fin de semana del 7/8-3-2015 en la revista Fuera de Serie, suplemento de Expansión y El Mundo.