Máximo esplendor del viejo Bilbao
Durante años, el Ensanche de Bilbao pasó inadvertido. Las cenizas y el hollín de la industria metalúrgica lo fueron cubriendo paulatinamente de gris, cuando atesoraba muy bellas muestras de arquitectura burguesa. Los propios bilbaínos no sabían reconocer sus atributos y miraban a Santander y San Sebastián con cierta envidia. Me pasaba igual. Recuerdo la sorpresa que me llevé hace años cuando vi a unos turistas, que entonces se contaban con los dedos de una mano, sacar fotos a edificios de este barrio.
Por suerte, el efecto Guggenheim ha servido también para dar un lavado de cara a nuestro patrimonio arquitectónico y apreciar lo que teníamos en el Ensanche, de un nivel incluso superior a nuestras ciudades vecinas. Estas reflexiones han surgido al dibujar las fachadas de un edificio singular que vamos a rehabilitar, el que los arquitectos Rafael de Garamendi y José María Basterra construyeron en 1927 para la familia Anduiza.
El inmueble forma parte de una manzana delimitada por el Parque de Doña Casilda y las calles Máximo Aguirre y Teófilo Guiard. De siete plantas destinadas a viviendas, tiene la última retranqueada con respecto a la sexta y esta con respecto a la inferior. Estas formas posibilitaron la creación de unos balcones bordeando los últimos pisos, lo que le otorga un singular semblante al edificio.
Muchos otros detalles y elementos arquitectónicos contribuyen a darle elegancia. El resultado final puede parecer rebuscado, pero hay que entender el espíritu de la época, sus gustos y presupuestos. Lo que hoy no tiene precio no era tan caro y viceversa.
Dos torres de distinta altura y diseño rematan las dos esquinas. La ubicada en la esquina de las calles Máximo Aguirre y Teófilo Guiard es la de mayor altura, tiene una planta hexagonal y los huecos describen arcos de medio punto. La que se asoma al museo surge de la prolongación de las fachadas, por lo que su planta es cuadrada. Y ambas se rematan con elementos ornamentales de piedra.
Las fachadas paralelas guardan una simetría a excepción de su encuentro en esquina con la fachada principal, situada en Teófilo Guiard. Están compuestas por cuarto columnas de huecos alineados a ejes en todas sus plantas. Las columnas centrales se mantienen en la línea de fachada, mientras que las dos de los lados vuelan respecto a esta desde su planta segunda hasta la quinta. La fachada de Teófilo Guiard también es simétrica. Cuenta conuna columna de huecos a cada lado y con un cuerpo central, donde se encuentra el portal de acceso, un balcón en planta segunda y un cuerpo colado en la quinta planta con cuarto arcos de medio punto. La fachada del edificio está acabada con piedra arenisca, ladrillo en las plantas sexta y séptima, herrería y un raseo pintado.
Otros proyectos de rehabilitación
Desde la creación de este estudio, los proyectos relacionados con la rehabilitación de edificios señeros han sido constantes. Dentro del mismo ámbito geográfico, podemos destacar el Palacio Ampuero, un edificio de Manuel María Smith Ibarra, catalogado de protección especial, que se dividió en seis viviendas; el Palacio Vargas, del mismo arquitecto, con la misma protección, y también desgajado en diversos apartamentos; y la villa Itsas Aldian, en Hendaya, casa solariega construida en 1914 cuya reforma se hizo respetando la rígida normativa francesa.